Partimos con la puesta en crisis del modelo de ciudad actual. Un modelo concéntrico en torno al centro/casco histórico de la ciudad, un modelo introvertido, que no mira más allá de sus límites históricos, ese modelo tardocapitalista que provoca lo que Carlos García Vázquez explicaba en su Ciudad Hojaldre, la ciudad Dual. Una ciudad que esconde las injusticias que provoca, y que muestra con orgullo el espectáculo de la ciudad histórica.
Ante ésto, nos propusimos dar la misma importancia a todos los puntos de la ciudad. Es decir, una ciudad polinuclear.
El primer referente al que acudimos fue el modelo de urbanismo soviético, un modelo socialista que consistía en una estrecha vinculación espacial de las esferas laborales y habitacionales, que debían estar separadas entre sí poráreas verdes. Este módulo formaba a su vez un subsistema espacial que a lo largo de un eje principal unía otras unidades idénticas para constituir una ciudad completa. La concepción de la llamada ciudad industrial lineal fue aplicada en parte al construirse ciudades como Volgogrado o Magnitogorsk.
Si disponíamos varios núcleos (equipado de parques a escala metropolitana, servicios para la ciudad, dotaciones públicas...) en la superficie de la ciudad, comunicados ente sí por vías de gran potencialidad (de transporte tanto peatonal como rodado público de forma que haría desaparecer el tráfico privado), crearíamos una malla que resolvería problemas como los de comunicación, la precariedad de algunos barrios situados en la periferia, la erosión social, el poco espacio decicado al ocio...
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